lunes, 19 de julio de 2010

Docencia y decencia política



Walter Paz Quispe Santos

Miles de niños y niñas, adolescentes y jóvenes, empiezan a ver el show político que se inicia estos días. Circo o comedia, igual, la función ha comenzado.

Los actores, son muchos avezados en el acto de mentir. Pero el libreto no les ayuda mucho, el guión es el mismo de siempre. No han renovado un mínimo en sus conductas políticas. Su charlatanería política no tiene nada de nuevo.

Algunos son humildes desconocidos, otros son ex rectores defenestrados, decanos sin facultad, profesores universitarios mediocres, alcaldes destituidos, regidores de buhonería, consejeros regionales de desecho, periodistas logreros, todos o casi todos con cierta experiencia en la administración pública, pero cuya falta de rendición de cuentas es escandalosa.

Y como la retórica aliña todo. Todos esconden sus miserias y se presentan autopositivamente. Hablan bien de sí mismos y se trata del otro, ese otro contendor; hablan mal de ellos. En eso consiste hacer política, ese mal inmaduro que se colorea con frases descomedidas lejos de una verdadera docencia y decencia política.

No hay un área curricular de educación política en nuestras escuelas y colegios. Nuestros niños y niñas recibirán por lo tanto, lecciones de ciudadanía de esta parva de profesores de calle o plaza, de radio o televisión, que como sabemos más saben de bufonería, y esas malas artes llenas de chabacanería que ya causa bostezos.

Esta es la otra escuela, a la que se le ha llamado “comunidad educadora” y que se presenta atractiva en sus sesiones públicas, pero que es más nociva que todo un año escolar completo, ya que esos niños y niñas que escucharán y verán el comportamiento de esos practicantes de política, aprenderán mucho de su falta de docencia y decencia política. Y cuando sean “grandes”, es decir, cuando participen en la época que les toque dirigir los destinos de nuestros pueblos, de seguro que reproducirán el mismo discurso callejero.

Por eso, es importante que la agenda electoral tenga mucho de docencia y decencia política. Que cuando se abra la boca, se piense en los niños y niñas que los están escuchando o mirando y por supuesto aprendiendo de ellos.

Hay que distinguir que no es lo mismo educación y política. La educación tiene como finalidad dilucidar y desarrollar saberes, capacidades y conocimientos en un marco pedagógico y didáctico. Pero esa educación que se práctica, tiene su dimensión política. Y esa actitud es central en el desarrollo de la personalidad del fututo ciudadano. Porque de ello dependerá la calidad de ciudadanos y las formas de conducta política que desarrollen nuestras comunidades, distritos, provincias y la Región Puno.

En cambio lo peculiar de la política es la confrontación de ideologías, programas doctrinarios, y propuestas de desarrollo local, regional o nacional, donde existe un vencedor y unos vencidos, que en una justa electoral pasan a ser parte de la oposición. Sin embargo, en esa práctica política existe una dimensión educativa. Es decir, como políticos existe la necesidad de educar, o cada vez que se aparece en el escenario público se está educando con las formas de comportamiento político que uno tiene.

Estos últimos años la política estuvo lleno de escándalos y corrupción. Cambiemos esas formas antieducativas de ejercicio político. Es necesario hacer docencia y tener decencia política.

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